14 de octubre de 2010

amigarse

Me vuelve loca el espacio. El espacio y las dimensiones. Hay un texto de Borges que habla de una cuarta dimensión y aunque lo explora puramente en una forma literaria, se me quedó grabado en mi mente tan poco matemática.

Nos movemos en un espacio, físico, medible, cuantificable. Y es algo igualador, todos estamos sujetos a las mismas reglas, reglas de gravedad, espacio y tiempo. Todos tenemos un mismo marco.
No se bien porqué pero este pensamiento me da calma, me tranquiliza, me hace respirar mejor.

Hoy me estoy dando espacio. Mirándome un poco mas de lejos. Hoy me estoy permitiendo mas cosas. En muchos sentidos, permisos de comer, de hacer, de fragilidad. Permisos que me doy dentro de este marco inmodificable del espacio.

Es la inalterabilidad del espacio lo que me da paz, y lo que me da permiso. No me voy a caer del mundo, no voy a de pronto dejar de existir, no voy a evaporarme con un 'plop'. Aunque a veces lo quisiera, aunque a veces la idea me de risa.

Estoy en este espacio y en este tiempo, y esa certeza me permite abrazar mi propia corporeidad (corporeidad?) con mas paz. Si me siento inmune a todo, y alienada y separada, entonces en esto soy igual y permanente y cercana. Me da paz conmigo misma.

En mis momentos lucidos, como este, este pensamiento me deja ser buena conmigo misma, no castigarme tanto, tenerme paciencia, y ahí, en el fondo fondo, como una lucecita, veo que me puedo llegar a QUERER.

Algo inconcebible.

No todo de lo que hablo se refiere al peso. Hoy me gusta esto de ocupar un espacio, ser sólida, inamovible, no permeable.

Este pensamiento hace un tiempo me asustaba, no lo quería, quería ser fugaz, etérea, casi transparente.
Hoy soy carne y hueso y eso me pone contenta.
Estoy sujeta a las mismas reglas, me afectan las mismas enfermedades, me limitan los mismos limites tridimensionales que al resto del cuerpos sólidos.


Es algo fantástico. Y me refiero, como es mi naturaleza, a una fantasía puramente intelectual. Me cuesta percibir esto en un nivel físico también, pero vamos despacio, ejerciendo mi solidez, y sorprendiéndome gratamente a cada paso.

Ir paso a paso con el cuerpo, aprendiendo esto. Si estoy acá y me muevo para allá, tengo que atravesar x cantidad de espacio, centímetro a centímetro y milimetricamente también.

Lo mismo con todo lo demás. Si quiero llegar a algún lugar mental, también tengo que atravesar x espacio cerebral, o x espacio intelectual.

No puedo aparecer ahí con un 'plop'.

Entonces, a qué me refiero con mi alegría por este tema: a que lo veo mas posible.
Si sujeto los desvaríos de mi mente a las mismas reglas, todo deja de ser tan inabarcable, tan puramente teórico, tan intangible.

Ahora entiendo que hay un camino real, no mágico.

Ese es mi primer paso. Ahora solo resta dar todos y cada uno de los demás.

Y como no me pasaba hace mucho tiempo, no me da angustia, sino la misma exaltación que me daba percibir  mis limites dimensionales.

Solo por hoy no voy a buscar saltar y aparecer en otro lado.
Solo por hoy me voy a mirar, y le voy a sonreír a mis limitaciones.
Solo por hoy me voy a permitir darme un abrazo.
Un abrazo chiquito. Pero con pequeñez de promesa.

23 de julio de 2010

monólogo

He estado reflexionando. Como siempre, en pos de mi tarea de quererme, aceptarme y ser un poquito mas feliz conmigo misma.

Pienso en mi. En la sensacion constante que tengo de ser distinta, de estar separada del resto del mundo, allá lejos. ¿porqué me siento así? ¿qué es lo que me hace tan distinta?

Me fui a buscar eso que me aísla, que me lastima, que me aliena.
Y lo que encontré fue un monólogo. Un monólogo interno, muy adentro, dañino.

Una voz que constantemente me dice que soy fea, que estoy demasiado gorda, que la ropa me queda mal, que nadie me quiere (ni me podría querer), que todo el mundo piensa lo mismo.

Esta es la voz en mi cabeza. Horrible ¿no?

No se si es algo tan poco común. Quizás le pasa a todas las mujeres, quizás es algo de género. Pero eso no quita su horripilancia. Y no se trata del famono "quediran", o de verguenza frente al otro. Ya me ocuparé en un futuro post de eso.

Se trata de mi. Se trata de cómo me trato.

Para entender esto me imaginé si mi monólogo interno fuera totalmente opuesto, si fuese una voz que me diga que soy linda, divertida, simpática, que el pantalón me queda bárbaro. Me río mientras escribo esto. Tan lejano me parece, tan ridículo.

Pero la verdad que eso tampoco me gustaría. (nada me viene bien, parece). No me gustaría tener esa voz diciéndome lo bárbara que soy. Lo cierto es que, conociendome, pecaría de vanidosa en un segundo, sin ninguna duda, me sentiría mejor que el resto, mal trataría o al menos des-trataría. Pero así soy yo, y conozco mi propia tendencia a la soberbia. Por eso no me gustaría, por eso no la querría.

Quiero una voz amable, que me señale las cosas a las que debo estar atenta y me rete cuando tenga que ser retada.

Una voz que me haga sonreír cuando estoy sola. Sola, conmigo misma.

Una voz que acaricie y felicite.

Una voz que me de ganas de escuchar.

La que tengo ahora está muy lejos de eso. Pero cómo callarla, cómo domarla, cómo enseñarle nuevas palabras.

Quizas a fuerza de costumbre aprenda. Entonces cada día cuando me levanto me miro al espejo y elijo algo que me guste de mí. Hoy son mis ojos.  Y me digo las cosas que me gustan que de mis ojos. Que son expresivos, que tienen linda forma. Y me lo digo sin verguenza y sin reirme. Ojo, que no busco la vanidad. Busco estar hoy en paz con una cosa de mi misma.

Todo lo demás se va al diablo menos eso. Hoy no reto a mis ojos. No escucho esa voz me dice: "¿Estás loca? mirá las ojeras que tenés, las pocas pestañas que tenes". No te escucho. Pienso en mis ojos y sonrío.

El tema es que cada tanto, en un dia, me olvido de esta tarea. Tengo que hacer una pausa y recórdarmelo. Y sonreír sola.

Una vez leí un libro en el que un hombre se acercaba a una mujer. La mujer no lo veía venir y estaba sola, y se sonreía. Y el hombre piensa: una mujer que se sonríe sola, tiene secretos hermosos, como todas las mujeres deberían tener. Un caballero.

Yo quiero tener secretos hermosos, no lastimosos o feos o dañinos. Yo quiero tener secretos hermosos y sonreírme.

¿qué piensan? ¿tienen alguna otra forma de callar este monólogo? cuenten.

Mientras, yo me acuerdo de mis ojos y sonrío, por un ratito.

13 de julio de 2010

Nunca alcanza

No llego. Siempre me faltan dos para el peso.

El peso, justamente eso.

me pregunto qué lleva a la ansiedad, a los nervios, a la preocupación, a comer para tapar algo.

Creo que tiene que ver con esa sensacion de que nada alcanza, si estoy feliz por algo se me desmorona todo cuando veo lo que todavía no alcancé.

No me quedo ni un segundo en ese lugar feliz, inmediatamente me voy a lo proximo, lo que viene, lo que tengo que hacer después. la locura es: ¿lo que tengo que hacer según quien?

Nunca es según yo. Es según lo dicta alguna fuerza superior, como el imperativo de kant. Es.

¿y si paro? ¿y si no hago nada? qué pasaría. ¿acaso el mundo se detendría, la gente me odiaria, despreciaría, se reíría de mi?

Mentalmente lo dudo. Pero a nivel ansiedad... se me dispara.

Esta sensacion la aprendí de mi madre (quién mas). Cuando yo alcanzaba algo, ya me estaba recalcando lo que tenía que seguir. "muy bien, ahora tenes que..."

Yo me quiero quedar con el "muy bien" y nada mas. Muy bien y punto. Muy bien por el valor de haberlo alcanzado, no por el valor de lo que hay para conquistar después.

Me quedo, quedemonos, en ese calorcito de lo logrado, del objetivo alcanzado. Sin la sombra terrible de todo lo que nos falta. Quedemonos y estemos contentos. y despues veo qué hago.

Mi madre me enseñó que la quietud es igual a estancamiento. Estancamiento. Es una palabra que odio. Cuando yo me quedaba contenta con lo logrado ella venía y me empujaba: Hija, estás estancada.

Me dolía tanto que me dijera eso. Y me venia la culpa: tiene razón. Estoy estancada, qué voy a hacer, cómo sigo, por favor mami decime qué tengo que hacer ahora.

Me costó muchísimo preguntarme: y yo, ¿qué pienso? ¿qué quiero? para mi. ¿que quiero para mi? tan simple como eso. ella esta en un mundo aparte. y yo en el mio.

Igualmente no está superado, a veces esa ansiedad, angustia y nervios se me vienen encima de golpe. ¿Estaré estancada? nervios, qué hago, ya mismo, ahora, ayer.

Me calmo, respiro. Quiero ser una buena madre de mi misma y me digo: hija, te amo como sos. Así. No te pido nada mas, que seas vos misma.

Yo se que mi madre tenía buena intención. Pero cómo duele. Cómo confunde.

Es eso, confusión. No saber qué pensamiento es mio y qué pensamiento es de ella. Ella, sus pensamientos, y su mundo donde nada alcanza.

Me lo repito: no es el mío. Yo soy madre de mi misma. Si tengo defectos de carácter, son mios. Son mios para trabajar. Si tengo defectos del cuerpo, tambien son míos. Y ella está lejos, muy lejos con sus nervios, con su ansiedad, con su apuro, con su disconformidad.

Y yo, yo en el calorcito, yo contenta.

2 de julio de 2010

Un sueño

A veces fantaseo. Imagino que me despierto, un dia, y que mi cuerpo es inalterable. Que no cambia nunca. Que coma o no coma, no pasa nada. Me llena de alegría. No por la libertad de comer sin control y no subir de peso, no. Es mas, en mi sueño no me importa si ese cuerpo inalterable es gordo o flaco. Si es flaco, bueno, si es gordo, también.

¿Entonces porqué me fascina esta idea?
¿Es cambiar lo que me asusta?

Queramos o no, nuestro cuerpo habla de nosotros, dice cosas, muestra cosas, a los demas. Me gustaría ser inalterable. Querrá decir que no quiero cambiar, crecer, madurar.

Creo que lo que quiere decir es que no quiero ser mas responsable de este cuerpo. Que lo he maltratado, abusado de el, con excesos, con privaciones. Como un enemigo, siempre bajo ataque.

Y esto me hace volver a las madres (gracias por tu comentario). Esto que yo hice es lo que aprendi de mi madre: sentarme a comer ya nerviosa, ansiosa, con culpa. La mujer ha estado toda su vida a dieta. Siempre. Dieta durante la semana y atracón de todo (TODO) el fin de semana. Eso es dañar el cuerpo.

En este espacio quiero quererme, abrazarme, ser mejor madre de mi misma. Hacerme cargo.

Y en esto radica mi incoherencia, en que a pesar de lo que quiero para mí, fantaseo con mi cuerpo inalterable. Como una solución mágica. Que la comida no me toque, que mi madre no me toque.

Digo, y pienso, todo esto pero sigo en conflicto con mi cuerpo, quiero ganarle, domarlo. ¿cómo me amigo?
¿será haciendo lo opuesto? enalteciendolo, sublimandolo.
Tampoco.
Por lo pronto, empiezo nutriendome de cosas sanas. Que si mi mente en este tema no esta sana todavía, que esté sano el cuerpo, que los libros que leo sean sanos, que la gente de la que me rodeo sea sana.

Comer sano es una trampa para mí. Porque lo que en realidad hago es comer sano para así poder comer MAS.

Me da verguenza admitirlo.
Esto de tener que estar llena.
¿que pasaría si no lo estuviera?
Me lo pregunto todos los días, y lleno de preocupacion, de ansiedad, de solo pensarlo.
Me digo: bueno, en esta comida voy a comer no hasta estar llena. Voy a escuchar a mi cuerpo cuando me dice que no quiere mas. Pero no puedo hacerlo. Si comí menos comida, me lleno de liquido o de cualquier cosa.
Es bizarro. No lo puedo hacer. No puedo ni probar qué pasaría. Me da miedo.
Y es un miedo doble: miedo a encontrar que no pasaría nada, que puedo estar sin dolor de panza (¿será que me gusta sufrir, será un vestigio de culparme por medio del dolor de panza por haber comido?), y miedo a descubrir que sí pasaría algo, que me volvería loca de nervios, que me descontrolaría.

Ah. El control. El control y la comida. Tan intimamente unidos, retroalimentandose.
qué pasa si suelto la comida, si la suelto y la dejo flotar. Querría que flote muy lejos, donde yo no la pueda alcanzar. Donde no me toque, ni me lastime.

Y vuelvo irremediablemente a mi madre, tan oscuramente ligada a todo esto. Quizas es a ella a quien quiero soltar, dejar flotar, que se vaya lejos y no me toque y no me lastime.

¿Radicará ahi la cuestión?
¿Será esta la clave?

Como ven tengo un camino largo por recorrer, hasta el dia en que pueda vivir mi cuerpo con alegría y sanamente. Eso es lo que quiero.

Si a ustedes les pasa algo similar, por favor no dejen de comentarlo. Tenemos que escucharnos y compartirnos. Yo sé que a mí me sirve.
Armemónos en esta batalla los unos de los otros, seamos pilares de los otros (y de nosotros mismos, al fin).

como siempre muchas preguntas y pocas respuestas.

pensemos

27 de junio de 2010

yo

He estado muy flaca y he estado muy gorda.

Siempre a los extremos.

Cómo será ser normal. Despertarse a la mañana y ser normal. Cepillarse los dientes y ser normal.

Nunca me consideré normal. Me parece que la gente dice "x" y yo escucho "w". cerca, pero no. Es un idioma distinto. Me cuesta entender al otro, lo que le pasa, de qué me habla. Pero me gusta escuchar, y acompañar.

Es esto de sentirme fuera de lugar en todos lados. ¿Le pasará a todo el mundo? O solo a mi.
No tengo lugar. Me parece que estoy de mas, pero no en un sentido depresivo y de baja autoestima (o quizas si), sino mas bien que no tengo nada que ver, en todos lados. Que voy por otro lado.
Como si fuera una marciana encubierta. Parezco humana, pero no lo soy.

Esto se me traduce al cuerpo. Me choco con las cosas, no tengo noción de los espacios y de los volúmenes. No tengo pensamiento conceptual del espacio, es decir, no lo puedo pensar. Es dificil de explicar. Pero lo grafico asi: yo se en mi mente cómo es mi casa, voy y vengo, la puedo dibujar de afuera. Pero solo un lado por vez. No puedo dibujar en tres dimensiones. No puedo decirte desde afuera dónde está cada cuarto. Es raro. Mi psicologa dice que es una traba en el desarrollo del pensamiento conceptual.
Puedo ir de un lugar a otro y puedo llevarte, y no me pierdo (por la calle, me refiero) pero no puedo dibujarte un mapa de cómo ir. Rarisimo.

Yo creo que mi traba en este sentido es mas bien un desprecio, un rechazo a aceptar estas tres dimensiones que nos delimitan: alto, ancho, largo. Si no lo puedo pensar entonces tampoco lo puedo ver en mi. No veo si soy gorda, alta, baja, ancha, etc.

Y ya me voy acercando.
porque tampoco lo veo en otros. de pronto todos me parecen gordos, o todos me parecen flacos, o todos me parecen altos.
todos menos yo, claro. Yo no existo en estas tres dimensiones. Mi ser se delimita solo interiormente. Por eso me choco con las cosas, me cuesta lo fisico.
No es sano esto, hay que cambiarlo.

De a poco empiezo a ver. pero es un trabajo. si yo aceptro mis dimensiones puedo "verlas".

Pero quiero tener una o dos dimensiones. quiero ser basica. sin vueltas, con dos dimensiones que se cruzan en cierto punto y listo. No quiero tener volumen, espacio, capacidad de ser llenada.
Quiero ser lisa y llana.
Un cuadrado, un triangulo. No un cubo o una piramide.

Llena de átomos complejos, que se mueven, que se chocan. No quiero átomos, quiero ser una sombra. Más simple, pero menos humana.

Quiero ser una sombra, simple, calladita, lejana. y como diria Neruda: que tu voz no me toque. Humilde.
Humilde y fugaz.

21 de junio de 2010

Descontrol que hay en vos

Es raro. Y dificil de explicar. El descontrol, quiero decir.

Lo que estoy diciendo es que me siento descontrolada frente a la comida.
Como si ella fuera mas fuerte que yo. Un objeto inanimado es mas fuerte que yo.
Es empezar y no poder parar. Todo lo que me sirvo lo como. No dejo nada en el plato.
¿pero porqué?
Yo me hablo a mi misma y me digo: no pasa nada si queda algo, si hay que tirar. Y sin embargo no puedo dejar nada. Me pone nerviosa.
Pero lo peor de todo es que en realidad no lo pienso. Me como todo de una. ¿porqué  no puedo parar?
Me agarra la voracidad y no queda nada. En realidad, pareciera que hay una parte de mi que es la descontrolada, no la comida en si.
Este puede ser un mecanismo que puedo aplicar. No es la comida la que tiene esa fuerza de descontrol, sino una parte de mi.
Una parte que está descontrolada, que no puede parar.
Este pensamiento quizas me puede dar fuerza: Que soy yo y no la comida.
No animar a la comida, como si fuera un enemigo. El enemigo está en mi.

Leí una nota que explicaba como, en las dietas, la restriccion de todo lo que "no podemos comer" nos lleva a comer de mas por otro lado y al fracaso a la hora de perder peso.
Que al restringirnos al final terminamos de comer mas, mucho mas, por otro lado, de otra cosa, y en otro momento.
Cuando la leí pense: que disparate, eso no me pasa a mi.
pero ahora pienso: ¿este descontrol que siento, no vendrá por restringirme?
Es que asocio mi descontrol a algún miedo, algo que me da tanto miedo que me llena de ansiedad y nervios, y me lleva a buscar consuelo en una panza llena.
¿se entiende lo que digo?
Digo que asocio la restriccion con el miedo.
Pero miedo a qué, no se.

Pensemos en voz alta. ¿como pueden explicarse estas conductas?
Ensayemos hipotesis.
1. Me da miedo tener hambre mas tarde y ahi si no poder controlarme y comerme todo. Pero esto no me pasó eso es lo mas raro. Me da miedo algo que no me pasó. Nunca dejé de comer y por eso tuve mas hambre y me comí todo. Nunca llegué a eso, porque siempre me comí todo de una.

2. Me pasa algo raro con la comida. Algo primario, primitivo, de supervivencia. Que nadie toque mi comida, que nadie me pida. Me surge un instinto como cavernicola de proteccion de alimento. Y por eso me lo como rápido y me lo como todo, para que nadie me lo coma. Para sobrevivir.
Locura total.

3. Estoy tan nerviosa todo el tiempo y  no tengo como descargar (si alguien me dice "¡salí a correr, hace ejercicio!" vomito, les juro)
No, no hago ejercicio para descargar, no me rompan las bolas: "cuando estoy nerviosa salgo a correr y se me pasa". Bien por vos, ahora correte y dejame terminar de comer.
En fin, como por los nervios. Para callarlos, calmarlos, taparlos, y me funciona por un rato, pero despues vuelven. Y ahí me lleno de vuelta. ¿será esta la respuesta?
¿tendre que investigar la raiz, la causa, de mis nervios, resolverlos y asi ganar esta batalla?
No se.

Mientras tanto sigo comiendo igual, con la misma ansiedad, ,sintiendome descontrolada (yo, no la comida). La batalla es conmigo, no con la comida. Hay que des-animar a la comida.
Cuando yo digo: torta de dulce de leche, a mi no me vas a ganar, debería decir: nervios, instinto de supervivencia, a mi no me vas a ganar.

Esa parece una batalla mucho mas dificil. Prefiero luchar contra el objeto inanimado.

Ahora que pensé esto, quizas la respuesta me venga sola. No creo.

No, por ahora nada

....

Nada.

En fin, me despido sin respuestas, como siempre, y con muchas mas preguntas, como siempre.

Ayudenme. Cuentenme de sus luchas con la comida.

Hermanemonos en la batalla-

Mañana en la batalla piensa en mi

12 de junio de 2010

el dilema

¿comer para sobrevivir o sobrevivir para comer?

alguien mas se da cuenta de que cualquiera de los dos enunciados está mal. Los dos están enfermos.

Debería decir VIVIR y no sobrevivir.

Pero no estoy tan avanzada todavía.

Leo muchos blogs, en su mayoría en inglés, sobre aceptación del cuerpo, pero no estoy tan avanzada.

Volvamos al enunciado. ¿comer para sobrevivir?
¿qué quiere decir?
Es esto que yo hago, de llenarme hasta reventar, hasta sentirme mal. Ese sentirme mal en la panza, tapa el sentirme mal en la mente. Porque es la mente la que me traiciona y me hace bailar.
El mensaje es: llenate, comete todo, rápido, y vas a ver lo bien que vas a estar.
Esa es la mentira.

sobrevivir para comer. Ese es mas jodido, mas triste.
Es decir, solo tengo que pasar esto, aguantar este momento, hacer mucha fuerza, para llegar al premio dorado, al arco iris al final, que es la comida.

Por eso están los dos enfermos.
En uno comer está primero.
En el otro comer está al final.

Debería estar en el medio, en el medio de mi vida, en el medio de lo que yo soy, en el medio de mi vida. No al final o al principio.

Porque no es un premio.
Porque llenarme no me va a curar.

¿cómo es para la gente? para la gente para quien comer es una cosa mas de su día, como ir al baño o dormir la siesta.
Eso quiero.

Quiero que no me importe, olvidarme. Olvidarme de comer. Comer mas tarde.
"mas tarde como".
Yo como en el horario exacto, la comida exacta que tengo planeada. Cualquier desajuste me desajusta a mí.

Hoy es el mundial. Y me invitaron a verlo y a quedarme a almorzar. No saben cómo me cuesta, la fuerza que tengo que hacer, para hacerme la normal.

Soy de las que no comen adelante de la gente. Ojo, no porque sienta que no me lo merezco, por castigo o por verguenza.
Es el factor no planeado el que me complica. No sé qué va a haber para comer. No sé qué voy a comer. Y eso me llena de ansiedad. Pero por otro lado, tampoco pregunté.

Podría haber preguntado y mentalizarme, generalmente lo hago. Pero a veces no.
Y esa es otra locura mía, quizás así me lastimo yo, llenandome de ansiedad y nervios, no sabiendo hasta que traigan la comida qué voy a comer. Tanto que cuando llega la comida me duele tanto la panza que ya no tengo hambre.
De esa manera como menos, me controlo, la gente no puede ver mi desborde y mi descontrol. Y parezco normal, parezco una más, charlo y como. Poco, porque me duele la panza.